domingo, 5 de julio de 2009

Varadero, Cuba

Fecha: septiembre de 2.003
Estancia: seis días /siete noches
Organización : Viajes El Corte Inglés www.viajeselcorteingles.es
Hotel: Meliá Varadero www.es.solmelia.com
Viajeros: Nini, Aero y yo

Como estaba previsto después de una breve visita a La Habana nos subimos en un moderno y bien equipado autobús para dirigirnos a la playa.
La salida de La Habana se realiza atravesando la bocana del Puerto por medio de un túnel que nos sitúa dirección a Matanzas en una carretera que recuerda a las españolas de hace ya bastantes años. Incluido el escaso tráfico.
Vamos dejando a nuestra espalda algunas pequeñas aglomeraciones urbanas hasta que la carretera se acerca al mar y continúa bordeándolo durante un buen rato.
El paisaje es agradable y llaman la atención los numerosos carteles que anuncian los logros de las comunidades agrícolas a favor de la economía nacional. ¡Cualquiera diría!. Y apoyos a Fidel que no faltan por doquier. Y continuos recuerdos a la lucha del Che como faro de la revolución.
Cuando la economía de Cuba esta un tanto apretada, resultan curiosos los sencillos campos de perforación petrolífera que pueden verse al margen del camino y que producen volúmenes casi simbólicos de crudo.
En el recorrido es de destacar el paso por Matanzas, población que se atraviesa por sus estrechas calles y que se encuentra situada en el fondo de una bonita ensenada y rodeada de suaves colinas.
Hotel Meliá Varadero (interior)
Finalmente y a unos 130 kilómetros de La Habana se llega a una península muy alargada donde se localiza un gran complejo de vacaciones. Son casi veinte los kilómetros de playa continua que alberga innumerable hoteles.
Nosotros vamos hasta el Hotel en Varadero con grandes expectativas (Meliá, Cinco Estrellas y después del excelente alojamiento en La Habana) que resultaron defraudadas. Por lo que conocimos, este Hotel fue el primero de la cadena española en Cuba y debieron gastarse todo el dinero. La habitación triple que teníamos reservada resultó ser una doble (escasa) con un camastro a los pies. Casi no había espacio para moverse dentro. Las cortinas caídas y ¡diferentes!, la bañera con picaduras oxidadas y en fin, poco recomendable. Pero una vez después de quejarnos por escrito ante la Dirección, nos dedicamos a lo que habíamos ido a hacer: sol y playa.
Hotel Meliá Varadero (exterior)
Como compensación, la terraza era bastante amplia y cuando el Sol se ocultaba en las aguas del Caribe, la visión era espectacular.
Playa en Varadero
El “Todo incluido” tiene la ventaja que te desentiendes de todo: sólo avisas que vas a ir a uno de los restaurantes y como hay varios, puedes ir experimentando. En ese sentido, el Hotel cumplió. Y que decir de las piñas coladas apoyados en el borde de la piscina.
Por la mañana, playa. Después de comer, siesta y piscina. Por la tarde algún paseo por los alrededores para tomar algún helado y cena. Ese era el programa.
Excursión en catamarán
Sólo rompimos esta “insoportable rutina” con una excursión de un día en catamarán que recorre plácidamente islotes cercanos mientras tomas el sol.
Nadando con los delfines
La excursión tiene tres paradas. Una para nadar junto a los delfines, otra para comer en un chiringuito que está en un islote prácticamente deshabitado y finalmente, en el trayecto de vuelta, nadar en una zona de corales con multitud de peces de colores.
Puesta de sol el último día
Como puede verse, turístico total. Pero era parte del proyecto que estábamos desarrollando.
Finalmente, el 11-S del año 2003 (¡Vaya aniversario!) en un moderno A-340 de IBERIA regresamos a casa con una buena impresión y satisfechos de nuestras vacaciones.

Más fotografías en Las fotos de Diegolev

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