martes, 29 de diciembre de 2009

Singapur

De Singapore, 2009
Fechas: diciembre 2.009; Duración: 3 días/2 noches; Desplazamiento: avión (Singapore Airlines); Hotel: Gran Hyatt Singapore; Viajeros: Doctor y yo
Se aproxima el reloj a las diez de la mañana de un sábado cuando en el nuevo Terminal del Aeropuerto de Barcelona me estoy dirigiendo al B777 de Singapore Airlines que nos transportará en un vuelo de duración casi eterna (son cerca de quince horas) hasta el Aeropuerto de Changi. Y aunque en algunos sitios hablan de “vuelo directo”, lo cierto es que hay una escala en Milán por más de una hora (sin salir del avión).
Pero todos estos inconvenientes son fácilmente asumibles si considero que el destino final del viaje será Bali (La Isla de los Dioses) dentro de tres días.
El vuelo tiene poco que contar, si no fuese por la amabilidad de la tripulación que hacen todo lo posible para que no nos demos cuenta del tiempo que llevamos a bordo y, sobre todo, del que nos resta.
Ya tras el despegue de Milán y después de una vista espectacular de Venecia, pasan bajo el avión Croacia, Bosnia Herzegovina, Serbia,.. y así hasta una interminable relación de países. Cuando después de una noche a bordo ya no estas seguro del lugar del Mundo en que te encuentras, comienza la etapa final al abandonar la Península Indostánica y entrar en el Golfo de Bengala.
El avión parece encajonado entre una de la miles de islas de Indonesia y Malasia y se aproxima a Singapur cuando nos ofrecen un desayuno comparable a algunas de las comidas (incluso Clase Preferente) que proporcionaban generalmente las Compañías Aéreas antes de los recortes de precios y calidades.
Ya es domingo y las primeras luces del alba surgen justo cuando bajo las alas puede observarse una de las razones de la riqueza de esta Ciudad-Estado: cientos o quizás miles de barcos esperan para entrar a puerto. Ochocientas operaciones al día dan para mucho.Los trámites de entrada en Singapur son sencillos y enseguida estamos con el equipaje que nos llevarán al Hotel. Porque el viaje está organizado hasta el último detalle y al ser un grupo mas que numeroso (casi doscientos viajeros) con equipaje para una semana, se hace imprescindible el transporte de la impedimenta por medios diferentes al autobús de pasajeros.
Ya estamos en el Hotel Gran Hyatt y como todavía es hora de desayuno, otra vez a comer. Aunque el organismo no permite tanto exceso y un café es más que suficiente antes de subir a la habitación para descansar un rato y esta vez en horizontal en el lugar apropiado: una cama.
Después de la comida del mediodía, vamos a realizar una visita turística de la ciudad. Rápida pero sirve para tomar una idea general y, sobre todo, darse cuenta que Singapur tiene muchas cosas que ver y se precisa mas tiempo. El problema es que se encuentra tan lejos de casa que, sinceramente, a uno se le quitan las ganas de volver. Aunque nunca se sabe.
El recorrido en autobús nos muestra una Ciudad muy organizada y, sobre todo, muy limpia. Amplias zonas verdes envuelven altos edificios residenciales en los que se alojan sus casi 5 millones de habitantes y que disfrutan de una renta per cápita de las mas altas del Mundo. Aunque eso de los datos estadísticos hay que decirlo con mucha precauciones. Vamos: lo de los dos pollos por persona pero yo no he comido ninguno.
El Jardín Nacional de la Orquídea, perfectamente cuidado y en el que se puede la mayor exposición del Mundo con más de 60.000 plantas es el primer sitio al que llegamos. El paseo es muy agradable pero también sirve para comprobar la reacción de nuestro cuerpo a una temperatura exterior de 30 grados C y una humedad superior al 90%.
Atravesando Little India y el Barrio Arabe con sus multicolores tiendas, nos dirigimos al Distrito Financiero. Sin llegar a ser Nueva York, una multitud de altos rascacielos cortan el horizonte como muestra del poder económico de este pequeño país.
Junto al río de Singapur se encuentra el Merlion, una estatua de más de 8 metros de altura que pesa unas 70 toneladas. Representa un león con cola de sirena y que se ha convertido en uno de los símbolos de Singapur.
Justo enfrente y a lo largo de la Marina Bay, la Esplanade es una moderna construcción de última generación, con forma de ojos de mosca que reúne Teatro y Sala de Conciertos.Al fondo, una noria gigante de 165 metros con 28 cabinas del tamaño de un autobús urbano. Un paseo muy lento (media hora dura un giro completo) debe permitir un bonita visión del conjunto de la Ciudad. No fuimos que así que no puedo opinar.
De regreso al hotel llegamos a Chinatown.
La parada es para visitar el famoso templo de la reliquia del Diente de Buda, con arquitectura inspirada en la Dinastía Tang y en el que impresiona la riqueza de su decoración interior, basada en el oro que se muestra a raudales por doquier.
La cena es libre y nos marchamos a Newton Circus. Es una plaza en la que hay muchas mesas de piedra y donde, sólo por entrar, te asaltan (en el buen sentido) multitud de camareros ofreciéndote comida y bebida. Ibamos buscando y encontramos “Chilli Crab”, comida típica de Singapur que consiste en un gran cangrejo cocinado con salsa extraordinariamente picante. Pero una fría cerveza Tigre nos ayudó a digerirlo.Por fin una noche completa para dormir en una cama. Pero el “jet lag” es poderoso y fueron varias las veces que sin despertador el cuerpo te dice que es la hora.

La mañana siguiente era tiempo libre, que aprovechamos para pasear por una de las principales arterias comerciales: Orchard Road, la avenida más famosa y elegante de Singapur que en algo mas de dos kilómetros nos muestra una impresionante aglomeración de hoteles de lujo, centros comerciales, restaurantes,… Los precios no eran especialmente bajos (en comparación con España) pero al final algo siempre cae en el saco.
Ya era hora pero después de comer algo ligero, una española siesta terminó de arreglarnos el cuerpo aunque fuese al día siguiente del largo viaje.

La cena completamente turística: a bordo de un moderno junco chino (el Cheng Ho) diseñado y construido como réplica del esplendor imperial de la dinastía Ming. Se trataba de ver desde el barco unos fuegos artificiales pero o fueron muy cortos o no nos enteramos.
Y después de eso, a dormir rápido porque mañana muy temprano nos llevan al Aeropuerto para embarcar camino de Bali

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